Las prisiones en Cuba son focos de degradación
octubre 8, 2015 9:51 am·
Cidra, Matanzas, Oscar Sánchez Madan, (PD) Por mucho que se haya hablado
al respecto, es necesario insistir en que las prisiones cubanas
constituyen verdaderos centros de degradación. En ellas son muy
limitadas las posibilidades que tienen los reos para animarse a cambiar
sus erradas conductas y reintegrarse a la sociedad.
Las promesas enunciadas por el régimen, de reformar las cárceles, tras
el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, en 1959, cayeron
al vacío desde los primeros años de la Revolución. Lejos de mejorarse
las condiciones de vida de los reclusos, e implementarse un eficiente
sistema de educación, los malos tratos y la desatención se afianzaron.
Un país con alrededor de 15 establecimientos penitenciarios, en 1958,
hoy tiene 200 cárceles y campamentos de trabajo forzado. En dichos
recintos son altos los índices de violencia y la alimentación, la
recreación, el suministro de agua potable, la instrucción, la
información y la atención médica son deficientes.
A los internos les resulta difícil conocer sus derechos porque el
reglamento disciplinario es para uso exclusivo de los carceleros. No se
exhiben en los penales las reglas de convivencia establecidas.
En no pocas prisiones, como el Combinado del Sur y Canaletas,
localizadas en la provincia de Matanzas, las aguas albañales se filtran
por los techos de muchas celdas y dañan la higiene de los recluidos. A
pesar de esto, el Estado no invierte los recursos necesarios para
reparar las deterioradas edificaciones, algunas de las cuales llevan más
de 25 años de explotación.
Emplean los guardias un lenguaje obsceno al dirigirse a los presos.
Estos últimos son humillados y tienen que soportar los peores abusos de
parte de quienes deben velar por el orden y la disciplina.
Existe un sistema de instrucción caracterizado por el favoritismo y el
fraude académico. Sus protagonistas principales, los denominados
monitores e instructores, son reclusos, que por lo general, han sido
condenados por cometer delitos de falsificación de documentos oficiales,
proxenetismo, malversación, estafa y robo de los recursos del Estado.
Hasta esta fecha, el régimen no ha cumplido su fanfarroneado compromiso
de convertir las cárceles en escuelas. Estas no han dejado de ser un
infierno dantesco en el que la vida de los cautivos vale muy poco.
Las autoridades han realizado pálidos cambios en algunas ergástulas
durante los últimos 10 años, con el propósito de disminuir el tráfico y
consumo de drogas, las fugas, las contagiosas enfermedades virales y
bacterianas y las riñas que ocasionan cada año decenas de muertos y
heridos. Dichas transformaciones no son suficientes.
Los índices de corrupción en estas instituciones son elevados. Aunque el
régimen oculta las cifras, se sabe que muchos funcionarios han sido
sancionados en los últimos 15 años por dejarse sobornar por los internos
o robar comida en los almacenes.
El gobierno utiliza a los presos como mano de obra barata en proyectos
que benefician a los dirigentes del Partido Comunista y del Estado y a
los oficiales del Ministerio del Interior. Sin embargo, no invierte los
recursos suficientes para reparar las edificaciones en los penales,
estabilizar el suministro de medicamentos y alimentos de calidad y
garantizar la purificación del agua potable.
Apremia mejorar la preparación de los carceleros con el fin de que éstos
trabajen apegados a las normas internacionales para el tratamiento a los
reclusos. La mayoría desconoce las leyes vigentes y lo reglamentado por
la Dirección de Establecimientos Penitenciarios.
Es el Estado el que puede y debe mejorar las condiciones de vida de los
sancionados porque aunque éstos han cometido errores –muchos de ellos
graves- son seres humanos que cumplen condenas y no deben ser
humillados ni maltratados.
Si el régimen implementara las reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos, aprobadas por la ONU, las cárceles dejarían de ser los focos
de degradación que hoy son, y muchos prisioneros lograrían reintegrarse
a la sociedad, como hombres y mujeres de bien, interesados en ayudar a
construir un mejor futuro para ellos, sus familias y su país.
sanchesmadan61@yahoo.com; Oscar Sánchez Madan
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