Valle Grande por dentro
VLADIMIR ORTIZ SUÁREZ | La Habana | 16 Feb 2015 - 7:10 am.
Excarcelado a raíz de las conversaciones entre La Habana y Washington, 
el autor cuenta cómo es el interior de una prisión habanera.
Valle Grande es una de las tantas prisiones que mantiene el Gobierno a 
lo largo y ancho de la Isla. Se encuentra ubicada en las cercanías del 
poblado del mismo nombre, perteneciente al municipio capitalino de La Lisa.
El penal cuenta con mas de 1.500 internos distribuidos en doce compañías 
y seis barracas. Las primeras están en el edificio, mientras que las 
segundas son para los reclusos de mayor edad, enfermos, hijos de papa o 
con dinero que puedan comprar el derecho de estar ahí. Su ventaja radica 
en que al estar fuera de la construcción principal, los presos tienen 
mayor libertad de movimiento y pueden recibir visitas de estimulo por su 
trabajo, ya que son ellos quienes realizan las labores del Centro 
Penitenciario, desde las los trabajos de construcción hasta servir la 
comida.
El jefe de Valle Grande es el mayor Xiomar Leyva Torres, quien tiene 
fama de corrupto e inescrupuloso. Según cuentan los presos de mayor 
experiencia y lo conocen bien por haber caído en reiteradas ocasiones 
bajo su control, cada semana desvía para su provecho sacos de alimentos 
destinados a la población penal.
En cada compañía se hacinan más de 120 hombres en literas de tres 
personas. El agua no es permanente, la bombean solo media hora por la 
mañana y otra media hora por la tarde, por lo que constantemente hay que 
llenar cualquier recipiente que se tenga a mano.
La alimentación es pésima, ya que además de ser escasa, la ración de 
comida está por lo general en estado deplorable. Consiste en arroz casi 
crudo, con una sopa que le falta poco para ser agua y donde se han 
encontrado desde matas silvestre que no tienen nada que ver con el 
condimento, hasta caracoles vivos. El plato fuerte, si es que así se le 
puede llamar, consiste en un picadillo casi siempre rancio, o huevo. 
Cierra el menú un duro y diminuto pan.
Dos veces al mes, se da una pequeña posta de pollo, llenándose el 
comedor de oficiales para presenciar el acontecimiento como si de algo 
extraordinario se tratara, cuando todos saben que esto se debió a la 
insólita queja de uno de los cinco miembros de la Red Avispa cuando 
estaba preso en Estado Unidos, hastiado de comer pollo casi todos los 
días. El desayuno, En Valle Grande, es ese mismo pan duro y diminuto con 
cocimiento de moringa, al parecer para estar a tono con las reflexiones 
del Comandante.
Esta situación solo es aliviada por las "jabas" que los familiares 
llevan a los reclusos, lo que no sucede con los "beneficios", como se 
les llama a quienes no cuentan con ningún apoyo familiar, por lo que 
tienen que dedicarse a lavar la ropa, coser, fregar pozuelos y llenar 
las vasijas de agua a los afortunados, para recibir de estos algunos 
alimentos.
La atención médica también deja mucho que desear para quienes se 
autotitulan una potencia mundial en esa área. Con frecuencia faltan 
medicamentos como analgésicos y antibióticos. Los reclusos que requieren 
atención especializada deben esperar varios meses para ser atendidos en 
el Hospital Nacional de Internos HNI, que radica en el Combinado del 
Este. Casos como el de Yoel Yesober Fernandez, de 28 años, quien 
adquirió gonorrea y durante los ocho meses de su permanencia en el penal 
no había recibido atención médica; y el de un recluso apodado "el 
único", con una hernia de gran tamaño, quien habiendo transcurrido diez 
meses aún no había sido operado.
Para los reos que cometen indisciplinas hay celdas de castigo 
incomunicadas, en las que terminan previa brutal golpiza por parte de 
los guardias, al igual que para los "plantados", como se les llama a los 
que inician huelgas de hambre. Estas son muy frecuentes debido a los 
irregulares procedimientos e injusticias que se cometen durante el 
proceso de instrucción. En Cuba los detenidos son considerados culpables 
de antemano, sin pruebas ni evidencias contundentes, procesados y 
presentados a juicio, que en la mayoría de los casos son mera formalidad.
Hay hombres presos sin haber cometido ningún delito, como son a los que 
se les sanciona según la ley de peligrosidad social, por no trabajar ni 
estudiar. También aumentan los "malversadores", los que ante los 
salarios tan bajos que se perciben, son atrapados desviando recursos de 
las empresas estatales.
También podemos encontrar quienes fueron sorprendidos matando ganado 
para vender la carne. A "boliteros", como se conoce a quienes apuntan la 
lista y recogen el dinero para este juego de azar cuyos ganadores son 
determinados por la lotería de la Florida.
Hay cuentapropistas acusados de actividad económica ilícita por intentar 
mantener sus producciones obteniendo materias primas en el mercado 
negro, ante la ausencia de un mercado mayorista tantas veces prometido 
por el Estado pero hasta ahora inexistente, y también presos políticos, 
que aunque haya menguado su numero con las recientes excarcelaciones, 
aun permanecen encerrados por pensar diferente a quienes detentan el poder.
De lo anterior se puede llegar a la conclusión de que gran parte de los 
reclusos en las cárceles cubanas, y en especifico en Valle Grande, son 
víctimas de un sistema de prohibiciones y limitaciones absurdas 
instaurado por un Gobierno que se niega a ser considerado dictadura pese 
a 56 largos años en el poder. No contento con mantener a miles de 
cubanos inocentes en sus mazmorras, este Gobierno los somete a unas 
condiciones de encierro pésimas y degradantes.
Source: Valle Grande por dentro | Diario de Cuba - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1422791934_12644.html
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