Represión
Sonia Garro: doce meses de cárcel y en un limbo jurídico
Iván García | La Habana | 19 Mar 2013 - 10:45 am.
Oficialmente se le acusa, a ella y a su esposo, de desorden público y 
tentativa de asesinato. Pero no existe una fecha para el juicio.
Hace un año, mientras se preparaban las pompas oficiales para recibir al 
Papa Benedicto XVI, tropas élites del Ministerio del Interior irrumpían 
violentamente en casa de la disidente Sonia Garro Alfonso, en el barrio 
Los Quemados, Marianao, al oeste de La Habana.
Fue un operativo espectacular. Todavía algunos vecinos recuerdan lo 
ocurrido. "Eran tipos vestidos como las fuerzas antimotines de las 
películas americanas. Usaron balas de gomas. Empleando una violencia 
exagerada, detuvieron a Sonia y a su esposo Ramón. Se llevaron casi 
todas de sus pertenencias. Aquello fue tremendo. Los trataron como si 
fuesen terroristas", comenta una señora.
El camino hacia la disidencia de Sonia Garro está marcado por la pobreza 
y el racismo. "En mi infancia, los momentos felices se podrían contar 
con los dedos de una mano. Soy la décima hija de una familia pobre de 
doce hermanos. Crecí en un barrio marginal y violento. Nunca tuve 
juguetes el Día de Reyes. Siempre usé ropas gastadas de segunda mano que 
alguien por caridad le deba a mi madre. Iba a la escuela con zapatos 
viejos y rotos, pero con una voluntad inmensa, pensando siempre que 
estudiando y superándome podría cambiar mi suerte", me contaba Sonia en 
2009.
Sufrió discriminación racial mientras cursaba sus estudios de técnica de 
laboratorio. "Yo viví el racismo en carne propia. Recuerdo que un día 
quise hacer una reclamación en la escuela, y la subdirectora del centro 
me dijo, 've a donde te dé la gana, quien le va ser caso a una negra'. 
Cuando me gradué, con diploma de oro, se hizo una actividad en el teatro 
Astral. El ministro de Salud Pública iba a entregar el pergamino a los 
más destacados, y se me acercó un funcionario y me indicó que otra 
persona iba a recibir el título por mí, porque al tener la piel tan 
oscura, no quedaría bien la foto. 'No te ofendas, no es por racismo, 
pero vas a echar a perder la foto', me dijo. Nunca recogí ese título", 
contaba en aquella entrevista que le hice en su casa.
Posteriormente fue expulsada del policlínico donde trabajaba por estar 
casada con un opositor al gobierno de Fidel Castro. Aprendió a coser en 
una vieja máquina de los años 50, para ganarse la vida y mantener a su 
hija Elaine.
"Y desde el portal de mi casa, mientras cosía, veía prostituirse a niñas 
de 13 y 14 años. También contemplé varios accidentes de menores que 
jugaban sin el cuidado de sus padres. De ahí fue que nació la idea de 
crear un proyecto comunitario, donde los pequeños pudieran divertirse, 
jugar y confraternizar entre ellos sin peligro", expresaba Sonia.
El 24 de febrero de 2007 Garro creó el primer centro independiente. En 
su domicilio. Llegó a tener una veintena de muchachos, entre 7 y 15 
años. Era gratis. Y no importaba si los padres eran revolucionarios o no.
"La primera regla fue no hablar de política. Yo organizaba actividades 
de dibujo y corte y costura, y mi esposo, Ramón Alejandro Muñoz, músico, 
se encargaba de hacer coreografías de baile y les enseñaba a tocar 
instrumentos musicales. Los fines de semanas hacíamos fiestas y 
repartíamos libros infantiles y juguetes. Organizaciones no 
gubernamentales extranjeras nos ayudaban con materiales y medicinas, 
también embajadas y personas que a título individual, de forma modesta, 
nos daban lo que podían", explicaba Sonia mientras me mostraba fotos de 
las actividades.
Después de esa experiencia inicial, Garro fue por más. Abrió otro centro 
en el barrio marginal de El Palenque, en el propio municipio de 
Marianao. Lo que parecía una acción noble dentro la sociedad, que 
traería más beneficios que problemas, desató un terremoto por parte de 
la Seguridad del Estado. "La respuesta del Gobierno a mi labor social 
fueron tres actos de repudio y un par de golpizas. El último mitin no 
funcionó, nadie en el barrio asistió. Se fueron con las manos vacías."
Ha llovido mucho en estos cuatro años. Sus proyectos comunitarios 
cerraron debido al acoso de los servicios especiales. Sonia Garro se 
incorporó entonces a las marchas de las Damas de Blanco. Y también a 
media decena de mujeres aguerridas, que protagonizaban protestas 
callejeras reclamando respeto por los derechos políticos y exigiendo 
democracia.
Su esposo Ramón no se quedaba atrás. En mayo de 2010, desesperado porque 
no sabía dónde se encontraba detenida Sonia, se subió a la azotea de la 
vivienda, todavía a medio construir, y con un machete comenzó a gritar 
consignas antigubernamentales. La indignación de este habanero fue 
grabada y subida a YouTube. Recientemente, desde la prisión Combinado 
del Este escribió una carta pública.
Hace 12 meses que el matrimonio se encuentra en la cárcel. Viven un 
auténtico limbo jurídico. Oficialmente se les acusa de desorden público 
y tentativa de asesinato. Pero no existe una fecha para el juicio.
Yamilé Garro Alfonso es madre de dos hijos pequeños. Era una simple ama 
de casa, ahora ocupa el lugar de su hermana en las marchas de las Damas 
de Blanco. Todas las semanas o cada quince días, según las visitas, se 
echa al hombro pesadas jabas con alimentos y aseos, unas destinadas a la 
cárcel de mujeres Manto Negro, otras al Combinado del Este. En su cuarto 
de un solar del barrio San Leopoldo, cuida también a Elaine, la hija de 
Sonia y Ramón que pronto cumplirá 17 años.
La disidencia contestataria y de barricada es fuertemente reprimida por 
los tipos duros de la Seguridad del Estado. Raúl Castro no quiere que la 
oposición tome las calles como tribuna pública  para exigir sus 
demandas. Sabe el General que podría desencadenar un efecto de dominó 
entre los cubanos de a pie, cansados de vivir con un futuro entre signos 
de interrogación.
La única manera de presionar al régimen para que liberen a Sonia Garro y 
Ramón Muñoz es con una fuerte campaña internacional. No queda otra.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1363686346_1962.html
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