El presidio modelo y el archipiélago D.G.P.
[20-05-2015 21:57:57]
René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- El antiguo Reclusorio Nacional merecía
sobradamente su nombre oficial.
Acaba de conmemorarse un aniversario más de la excarcelación de los
asaltantes al Cuartel Moncada. La efeméride ha propiciado que los medios
oficialistas publiquen crónicas que parecen vidas de santos. De la otra
parte, la prensa independiente ha precisado aspectos de interés, como el
trato de privilegio recibido por Fidel Castro y sus compinches durante
su breve estancia carcelaria.
La recordación de la fecha ha servido al diario Granma para lanzar otro
ataque contra el centro penitenciario del que salieron los moncadistas.
Cada mención del nombre oficial del penal, va precedida por una frase
hecha: "el mal llamado Presidio Modelo". Este aspecto de la cuestión
merece asimismo algunas consideraciones.
Pese a la propaganda negativa que a lo largo de los años le han hecho
sus detractores —sobre todo los comunistas, como Pablo de la Torriente
Brau en su momento, o ahora los seguidores de Castro— es un hecho cierto
que el Reclusorio Nacional enclavado en Isla de Pinos merecía de sobra
el referido nombre oficial que se le otorgó. En esa construcción se
materializaron muchas de las condiciones ideales para encerrar hombres.
Un ejemplo de ello es el aislamiento celular nocturno, que puso fin al
hacinamiento y la promiscuidad que durante milenios constituyeron la
regla en esos sitios de dolor. Al crear condiciones para que la mayor
parte del día —y, en particular, durante el horario de descanso— cada
recluso pueda permanecer solo en su calabozo, se obstaculizan los actos
de violencia y coacción que resultan habituales en las cárceles.
Lo mismo es válido para el panóptico. Se trata de una ingeniosa
invención que permite que un guardia, desde una torreta ubicada en el
centro de cada bloque de celdas, tenga una excelente visibilidad sobre
cada una de estas últimas. Precisamente para facilitar esa vigilancia
sobre los habitáculos penitenciarios, éstos están dispuestos en forma de
círculo.
Pero los cautivos políticos que permanecieron hospedados por un breve
lapso en la prisión pinera, lograron trepar al poder en 1959. Comenzó
entonces a producirse un aumento dramático de la población carcelaria
cubana. También se incrementó el número de los centros correccionales de
todo género: la docena de establecimientos de ese tipo que existían bajo
el Antiguo Régimen se multiplicó hasta alcanzar varios centenares. Son
las numerosas islas del "Archipiélago DGP" (Dirección General de
Prisiones del
MININT). Entre éstas, por primera vez en Cuba, surgieron también campos
de concentración, aunque bajo otras denominaciones eufemísticas.
De inmediato saltaron a la vista las abismales diferencias entre los
reclusorios erigidos antes de Castro —como el mismo Presidio Modelo o la
antigua Cárcel de Mujeres de Guanajay, por ejemplo— y, de otra parte,
los innumerables centros fabricados por el Nuevo Régimen. Como preso de
conciencia que he pasado temporadas en Villa Marista, 100 y Aldabó,
Agüica, Valle Grande, Toledo y la Prisión Provincial de Sancti Spíritus
(conocida como Nieves Morejón), puedo dar fe de ello.
En lugar de las celdas individuales, los castristas optaron por los
"destacamentos": verdaderas galeras colectivas que —como pude observar
en una barraca de Valle Grande— pueden llegar a tener más de treinta
literas de tres pisos cada una: unos cien hombres en total, cuando están
llenas.
En vez de rejas especialmente diseñadas al efecto (como las excelentes
fabricadas en Estados Unidos que en un noticiero ICAIC caían con gran
estrépito de las circulares pineras, al ser cortadas para utilizarlas
como "materia prima"), la llamada Revolución sólo puede ofrecer las
consabidas cabillas corrugadas. Para reemplazar las ventanas, idearon el
"quiebraluz": una serie de barras de metal adosadas a placas de concreto
que forman un ángulo de 45 grados con la pared en la que se encuentran.
Como es lógico, este armatoste permanece fijo: no puede abrirse ni
cerrarse. A fines de los noventa, siendo huésped de Agüica, pude
observar los terribles efectos que una simple tormenta —bastante severa,
sí, pero puramente local— tiene sobre el dichoso quiebraluz, por donde
el viento y el agua penetran con entera libertad hasta las celdas. El
frío y el calor también tienen vía libre. No quiero ni pensar en los
infelices que se vean obligados a capear un huracán en una cárcel castrista…
Entonces, podemos concluir: "Presidio Modelo" y bien. Se trata en verdad
de una construcción ejemplar, en la medida en que puede tener esa
condición un centro destinado a enclaustrar seres humanos. Por supuesto
que los actuales jefes de La Habana, para evitar desfavorables
comparaciones con las innumerables cárceles y campamentos erigidos por
orden de ellos mismos, tenían que desactivarlo. Aunque para ello hayan
tenido que dejar sin uso las imponentes circulares de Isla de Pinos, que
resulta imposible destinar a otro fin.
Source: El presidio modelo y el archipiélago D.G.P. - Misceláneas de
Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/555ce7453a682e09644ae640#.VV27LPmqqko
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