En huelga de hambre para protestar por abusos físicos
[11-07-2012]
Arnaldo Ramos Lauzurique
Economista, Ex Preso de Conciencia del Grupo de los 75
(www.miscelaneasdecuba.net).- Desde Nuevitas, Camagüey, Maritza Cisneros
Maure vecina de calle Miriam No.12 entre Amparo y Delicias, informó que
su hijo Joel Cisneros Maure, de 34 años, estuvo en huelga de hambre
desde el 15 de junio hasta el 8 de julio, en una celda de castigo de la
prisión disciplinaria de Kilo 8, que se encuentra en las afueras de la
ciudad de Camagüey, frente al aeropuerto y a 76 kilómetros de Nuevitas.
Cuando terminó la huelga fue trasladado para Kilo 9.
Joel cumple sentencia por hurto y sacrificio de ganado vacuno desde
1998. Fue sentenciado originalmente a 46 años de privación de libertad y
después de múltiples gestiones y de dirigirse a innumerables instancias
Maritza logró que en una Revisión de Causa, le rebajaran la pena a 15
años, que cumplía en la prisión de Kilo 9, y aunque no se le concedió
libertad condicional, había sido trasladado para una granja abierta en
Sola, municipio Sierra de Cubitas, donde debía pasar el año y 2 meses
que le faltaba por cumplir.
Cometió una indisciplina el 13 de junio, al ingerir bebidas alcohólicas
al punto de la embriaguez, por lo que se lo llevaron para un depósito,
conocido por La Empresita, para ser devuelto a Kilo 9, pero allí fue
sometido a una golpiza por parte de 5 guardias, entre los cuales se
encontraban el Jefe de Reeducación, un oficial conocido por Yuma y otro
con el sobrenombre de Toto; todos funcionarios de ese lugar. Según
confiesa la madre, él se defendió y al llegar a Kilo 9, el 15 de junio,
le informaron que lo iban a encausar por desacato y resistencia, por lo
cual se declaró en huelga de hambre.
Adicionalmente fue trasladado a Kilo 8 y Maritza se dirigió el 25 de
junio a la Delegación Provincial del MININT en Camagüey, para averiguar
-entre otros aspectos- el motivo para ese traslado tan lejano, cuando en
todas las prisiones hay celdas de castigo, el segundo jefe de Cárceles y
Prisiones de la provincia, de nombre Sabina, que la atendió, le dijo que
ese era un nuevo método y que cuando desistiera de su huelga sería
retornado a su unidad. Además, le ratificó que sería encausado con los
cargos ya apuntados. Maritza logró ver a su hijo ese día 25 y éste le
manifestó sentirse aún dolorido por los golpes.
Junto con Joel había otro preso que ya fue juzgado y sancionado a una
multa de 500 cup.
Este caso forma parte de la práctica habitual de aplicar castigos
físicos a los prisioneros, y enjuiciarlos posteriormente como agresores.
No se puede justificar la infracción disciplinaria de Joel, pero aplicar
golpizas a los detenidos viola las Reglas Mínimas establecidas por la
ONU para los prisioneros y va contra todo sentido de justicia el
encausar al agredido.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36475
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