miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sadismo y horror, la fiesta de los carceleros cubanos

Sadismo y horror, la fiesta de los carceleros cubanos
Desde su poder han hecho de las prisiones de Cuba un infierno todavía peor.
Luis Felipe Rojas/ Martinoticias.com
septiembre 01, 2015

La idea me la trajo un colega en una edición de verano de El País
Semanal. En el libro Los malos (Ed. UDP, 2015), la escritora Leila
Guerrero, acompañada de otros periodistas retrata a 14 bestias humanas
en Latinoamérica que empezaron sus vidas como militares, narcos,
pandilleros y funcionarios gubernamentales para destacarse por hacer
sufrir a los demás. Pocos terminaron en la cárcel.

Pensé en estos aberrados y me vinieron a la mente unos malos
compatriotas que nunca van a salir ni en los periódicos en la isla ni
están en mucha de la literatura que dice retratar "una Cuba distinta".

En estos días de cruceros y jaleos de mojitos entre ciudadanos de
cualquier parte del mundo y La Habana, pienso en algunos 'malos' con
uniforme, que van terminando sus vidas con chapas de identificación del
Ministerio de Turismo, una empresa mixta o sabe Dios en qué buen puesto.

Aclaro que esto es una breve lista y paseo por cubanos de los que he
escuchado y casi nadie habla en el tono de voz en que cualquiera
defiende un criterio.

Barrotes, abusos e impunidad

Uno de los más recientes monstruos de los que he escuchado hablar se
llama José Boulí Robles y hasta 2010 fungió como Jefe de Orden Interior
en la Prisión Combinado de Guantánamo, en Cuba. Me lo contó una noche
Anderlay Guerra Blanco, hoy editor de Palenque Visión, un grupo
audiovisual independiente en esa provincia. Boulí era el autor de
prácticas tan aberrantes como la 'Shakira', consistente en amarrar al
reo por la cintura y las manos y dejarlo colgando por varias horas hasta
hacerlo desfallecer. En ese mismo centro penitenciario y bajo las
órdenes del entonces teniente se ha practicado 'El balancín', donde
amarran al preso a las manos y los pies (por la espalda) y ahí pasa
hasta tres días, sobre sus heces y restos humanos.

Cuando pasé el servicio militar en la Prisión Provincial de Holguín
conocí a un 1er Teniente, jefe de una escuadra de Orden interior y al
que todos llamaban 'Cheo'. Era un mandamás que había adquirido fama por
ser de los que tomaron esa prisión cuando Fulgencio Batista huyó en
1959. Cheo mismo hacía los cuentos de cómo en la década de los 70 del
pasado siglo usaba una fina cadena con un balín de hierro en la punta
para apaciguar a los prisioneros. Al instrumento le decían La Niña, y
cuando sonaba en el llamado Retector (pequeña celda que antecede a la
temible zona de los destacamentos), los 'asegurados' sabían que sería
una noche difícil. Así lo contaba aquel monstruo, jadeante y gozoso una
tarde de 1991, ante un círculo de jóvenes reclutas del Servicio Militar
Obligatorio.

La prisión de San Ramón, en la provincia Granma, fue en un tiempo uno de
los lugares menos agradables para ir a cumplir una condena –ningún lugar
lo es. En Cuba se decía que si a algún recluso le informaban que iría de
'cordillera' hacia San Ramón, lo menos que podía era autoagredirse, o
defecarse en los pantalones.

En 2012, cuando ayudaba a dos colegas extranjeros a coordinar
entrevistas con expresos comunes llegué hasta Samuel (oculto su
apellido), pasaba de los setenta años de edad, casi la mitad la gastó en
cárceles cubanas. Allí me habló de Palomares, un sargento que en la
referida prisión gozaba del aberrante espectáculo de ver violar
jovencitos. Samuel fue uno de ellos, lo contó con los ojos aguados, por
lo que pasó y porque se le acababa la vida y había perdido el rastro de
la bestia hacía mucho tiempo ya.

El Régimen especial nacional o "Se me perdió la llave"

En el verano de 1991 se hizo el primer traslado masivo de presos
"irreducibles" desde todas las prisiones de Máxima seguridad en Cuba
hasta la conocida cárcel kilo 8, en Camagüey. Los soldados de la
guarnición en Holguín, que llevaron a los prisioneros hacia la ciudad
agramontina, al regresar contaron un espectáculo horroroso.

Al llegar a Kilo 8 los despojaron de las pertenencias, les dejaron
esposados de pies y manos como se trasportaron en todo el trayecto, pero
los pusieron en una fila y les dieron "un pase", una paliza que
consistió en hacerlos pasar entre dos filas de militares armados de
bastones de goma. Muchos llegaban a la puerta del destacamento sangrando
o renqueantes. Ese fue el recibimiento.

Los siguientes datos me los ofreció el expreso político José Daniel
Ferrer Castillo García, condenado a 25 años de cárcel en la conocida
primavera Negra de 2003. A solo unos días de salir de su encierro de
siete años lo entrevisté y me dijo lo siguiente:

"El 29 de Julio de 2007, en Kilo 8, en Camagüey, los carceleros
asesinaron a golpes a tres reclusos que a su vez habían agredido a otro
preso. Ellos mismos avisaron que la víctima se estaba muriendo,
entregaron los cuchillos, y los gendarmes, en vez de asistir al herido,
la emprendieron a golpes contra los autores del delito. En cuestión de
tres o cuatro minutos, más de cuarenta guardias descargaron su ira con
cabillas, palos y tonfas contra estos tres hombres. Dos de ellos
murieron de manera instantánea, uno dejó un reguero de sesos por el
pasillo. El que se salvó, tengo entendido que quedó completamente loco.
Los muertos fueron Amaury Medina Puig, de 25 años de edad, y Carlos
Rafael Labrada Oses, ambos jóvenes. ¿Qué pasó con los gendarmes? Se las
arreglaron con la complicidad de las autoridades y terminaron acusando
al que quedó vivo de causar la riña y aduciendo que los muertos fueron a
causa de la misma".

Asegura Ferrer García que uno de los extremos del sadismo lo conoció en
la persona de los funcionarios de Orden Interior (FOI) Ángel Abel
Jiménez Maure (1er Sub-Oficial), René Montenegro y uno al que llamaban
"Lassie".

Estos militares se jactaban delante de las enfermeras de las palizas que
habían propinado a los reos en las sesiones de guardia anteriores. Entre
más brutal era la golpiza, más se acercaban a sus pretendidas amorosas.

Según Ferrer, por informaciones obtenidas casi una década después,
algunos salvajes que mataron a los reclusos, fueron premiados con mayor
graduación, y en otros casos promovidos de cargo. Ahora vuelvo a
conversar con Ferrer y asegura que entre los hombres más crueles que ha
conocido se encuentran el Tte. Coronel Filisberto Hernández Luis, para
entonces jefe de la Prisión de Régimen especial nacional, conocida entre
los cubanos como Kilo-8 o "Se me perdió la llave".

Hernández Luis estuvo a cargo de las medidas contra Orlando Zapata desde
que llegó a esa prisión en huelga de hambre. Zapata denunció, solo unos
días antes de morir, que Hernández Luis le había retirado el gua de la
celda por varios días, lo que le presuntamente le produjo el desenlace
final, al morir el 23 de febrero de 2010.

Si tiene algunas historias que compartir escriba a lrojas@bbg.gov o siga
@alambradas

Source: Sadismo y horror, la fiesta de los carceleros cubanos -
http://www.martinoticias.com/content/prisiones-cubanas-abusos-militares-presos-comunes-/103389.html

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